Así, sobre las 11.30 bajábamos la Cava Baja y enseguida entramos en esta guarida madrileña del flamenco más auténtico.
Era nuestra primera vez, pedimos un par de brugales y sin haber terminado de hacer la mezcla, en mi caso coca-cola, empezó a sonar la guitarra.

Sobre la 1 entró en el local un grupo de personas que deben ser unos clásicos del local, el Azúcar, las rusas y el Chorro, un figura.

Un ambiente muy íntimo, en que empezó a cantar Pitingo, que contagió incluso a un yankee cantaor de blues que se arrancó por bulerías diciendo 'I'm steel looking at the sun', poniendo cara de circunstancia y dejando a todo el aforo, sin palabras.
Era la Soleá en la Latina madrileña, pero podría haber sido perfectamente el Olympia parisino, vuelvo seguro.
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